
Necesitaba compartir ese día contigo, así que tome mi maleta, empaqué unas cuantas cosas y emprendí mi viaje, primero un autobús y después un vuelo, recorrí en total 572 kilómetros, los recorrí un poco ansiosa porque iría a visitarte, llevaba 5 meses sin hacerlo y extrañaba mucho sentirte cerca, antes de llegar te compré un ramo de girasoles, los más hermosos que vi, los que más te gustan, también te compré unas lindas orquídeas blancas y me organicé bonita para compartir esa mañana contigo, llegué a ese lugar… a ese lugar, organicé las flores en su sitio, me tumbe sobre el prado y te platiqué todo lo que había hecho en estos meses, el día estaba perfecto, el sol estaba resplandeciente y un par de nubes muy blancas me hacían sombra, de los grandes árboles que están cerca salieron unos bellos pájaros, uno de ellos se acercó mucho, al parecer quería saludarme, pude observarlo detenidamente, sus alitas eran verdes, su pecho amarillo, sus patitas negras, sus ojos muy marrones, se acercó tanto que quería tocarlo, pero sabía que si lo intentaba él se marcharía, así que dejé que estuviera por ahí, mientras seguía contándote un par de cosas que me inquietan, luego llegó un momento en el que sentí que sobraron las palabras, en el que me diste tanta paz, tanta tranquilidad, que quise quedarme ahí, en ese lugar, sintiéndote cerca, pero tenía que irme y soy muy mala para las despedidas, tú lo sabes bien, siempre las alargo mucho… Prometo volver pronto.
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